Josephine no tiene amigos para jugar, vive en una casa alejada del pueblo en medio del campo y no hay niños por los alrededores. Sus padres no pueden prestarle toda la atención que a ella le gustaría y cuando por fin empieza a ir al colegio es solo para encontrarse con las burlas de sus compañeros. En sus juegos solitarios se topa de vez en cuando con el jardinero, un barbudo misterioso que se parece a las terribles estampas de Dios que su padre el predicador tiene por la casa. Entonces aparece Hugo.